Pese a lo sucedido, la escritora señala que es una buena oportunidad para que la comunidad migrante se una y se ayude para garantizar sus derechos: “ A través de los años, los mexicanos, los latinos, hemos ignorado a nuestras comunidades indígenas; una parte muy importante de nuestra identidad y nuestra historia”.
Para Reyna Grande, la literatura es un ejercicio necesario para compartir los testimonios que las y los migrantes han vivido con el paso de los años. “Es necesario hablar de las barreras que enfrentamos, los muros físicos y metafóricos que nos siguen dividiendo.
En la historia, John se enamora de Ximena, una curandera mexicana que enviuda durante la guerra, por lo que el relato se desarrolla no sólo en la lucha por una nación sino en la lucha por su relación.

“Me identifico con él porque también tuvo que abandonar su país para ir a buscar sus sueños a otro lado”, dice la autora.
El escribir el libro, sostiene, constituye también una herramienta de aprendizaje sobre ese momento histórico que fue borrado de los registros estadounidenses, como si nunca hubiera sucedido.
“Este momento en la historia está borrado de los textos, no se habla de eso para nada y ese desconocimiento sobre el territorio que antes era mexicano, contribuye al racismo que se ejerce contra la comunidad mexicoamericana, pero las y los mexicanos ya estábamos ahí, pertenecemos”, lamenta.
A su paso por la FILO, recuerda que ha conocido historias de personas que han leído sus libros y han cambiado su manera de pensar y actuar en cuanto a las prácticas racistas y discriminatorias.
“Hay personas que me gustaría que leyeran mi libro como el gobernador de Texas,Greg Abbott”, señala, pues es una de las entidades de Estados Unidos en donde las personas migrantes sufren acoso y discriminación.