El ranking colocó al estado en el tercer lugar del país con mayores niveles de pobreza en este sector de la sociedad, por debajo de Chiapas y Guerrero, y aunque en este período hubo una disminución del 1.1 por ciento en la población entre los 0 y 5 años de edad en estas condiciones de pobreza en el estado, aseguró que este decremento es marginal.
Los resultados muestran que en Oaxaca ocho de cada 10 menores de seis años no cuentan con seguridad social; cuatro de cada 10, sin servicios médicos; uno de cada tres, sin alimentación frecuente; seis de cada 10 habitan en viviendas sin servicios básicos; tres de cada 10 no tienen viviendas dignas y uno de 10 no tiene acceso a educación.

El investigador, no obstante, advirtió que para 2022 hubo un incremento del presupuesto asignado a la primera infancia en el país por el gobierno federal y que se debió a dos causas fundamentales: la primera, a un reacomodo de recursos que ya existían y que no se estaban contabilizando para la primera infancia; la segunda, por el surgimiento de otros programas federales en los que se aumentó la asignación presupuestal.
“Aún y cuando va mejorando el monto para la primera infancia, sigue estando muy bajo dadas las necesidades y la importancia que esto tiene. Cuando divides el presupuesto por cada niña y niño, estamos hablando de más de 12 millones en primera infancia, se gasta menos que una beca del Bienestar”.
El 65% del presupuesto destinado a la primera infancia se usa en temas relacionados con la salud, 21% en protección social y 13% en educación.
También resaltó que hubo una intervención de programas públicos, los cuales desaparecieron y de los que había bastante evidencia sobre su efectividad, como las estancias infantiles o la transición del Seguro Popular al Instituto Nacional de la Salud para el Bienestar (Insabi), que ha generado dudas sobre su capacidad, y la desaparición del programa de escuelas de tiempo completo.
“Las pocas políticas que haya, que se hablen, que estén coordinadas o mejorar la calidad de las políticas. Que tengan estos componentes integrales. No es posible disociar estos elementos del desarrollo integral”.
Regularmente, dice, se tienen políticas públicas inconexas. “A lo mejor una política del DIF no se habla con una política de salud o la educativa no se habla con otro tipo. Sí gastar más, gastar de manera inteligente y que las políticas sean más robustas y que se hablen.
Pocos recursos requieren de la participación del aparato administrativo y de la sociedad civil y de empresas, buscar alternativas para tener respuestas a los problemas que tiene el país y Oaxaca en particular”, sostiene.