Uno de los recuerdos que marcó la formación de la artista plástica Mariana García Tinoco fue el día en que su profesora de Arte Moderno en la Universidad se burló de Diego Rivera.
“Todavía me acuerdo y me dan ganas de llorar”, reconoce. “Y es que en ‘El hombre en el cruce de caminos’ Diego Rivera pintó el virus de la gonorrea, pero lo hizo basado en cómo le dijeron que se veía, porque él nunca lo observó a través de un microscopio. Lo que hizo fue interpretarlo a partir de la descripción de una carta. Eso le pareció motivo de mofa a mi maestra, porque ella no estaba tomando en cuenta que ese trabajo fue una comisión que se le hizo a Diego, para que plasmara en una obra los avances científicos y tecnológicos con una visión capitalista. Claro que Diego lo hizo con visión socialista”.
Mariana nació en México, pero se mudó a Nueva York para labrarse un camino en el mundo del arte. Lo hizo, cuenta, porque le dijeron que en México no lo lograría y además de español, sólo hablaba inglés. En su familia no había artistas plásticos, aunque ella recuerda a su papá dibujando por pasatiempo en una mesa que había en su casa “me sentaba con mi papá a re trazar las líneas que él ponía en papel.”
Una de sus preocupaciones como creadora, y que expresa a través de su obra, es la constante discriminación que existe en Estados Unidos hacia los mexicanos.
A ella le sucedió que, aunque su trabajo no tiene propiamente una relación, sólo por haber nacido del otro lado del Río Bravo, constantemente la comparaban con Frida Khalo. Incluso recuerda una clase en la que tenía que dibujar unas flores y sus profesores le sugerían que lo hiciera en un estilo que a ellos les parecía que era mexicano. “Admiro a Frida, pero siento que a veces nos encasillan y no nos dejan florecer a nuestro modo” dice. Para ella es importante mostrar el folclor mexicano en su arte, “pero a mi manera.”