Hoy, representa a un taller conformado por 11 mujeres artesanas que continúan con la elaboración de prendas tradicionales, además de manufacturar ropa para empresas en el estado o industrial.

“Desde los seis años empecé a bordar, mi mamá me enseñó a bordar y ella me enseñó a manejar la máquina, pero era una máquina de pedal; entonces soy artesana de corazón, de raíz, nuestra artesanía es de textiles, nosotros deshilamos la tela y a mano la amarramos, la bordamos. Es bordado y deshilado. Con eso hacemos camisas, pantalones”, cuenta.
A finales de los años noventa, recuerda, se reunió un grupo de 16 artesanas de San José del Progreso con el objetivo de buscar un mercado en el cual vender sus prendas.
Hasta ahora, continúan sin poder consolidar un mercado para la venta de sus textiles tradicionales realizados con las técnicas de bordado y deshilado, pero sí lograron establecer su negocio con la elaboración de ropa industrial.
En el año de 2007 se reunieron para preparar un proyecto e iniciar con la gestión para la compra de máquinas industriales. Fue hasta 2010 cuando consiguieron un préstamo a cinco años y adquirieron 12 máquinas de coser industriales.

Formalmente, su empresa Confecciones y Deshilados Zorali nació el 23 de abril de 2010; está formada por 11 mujeres artesanas de la comunidad de San José del Progreso.
Las artesanas se dedican a confeccionar ropa típica artesanal y ropa industrial, como uniformes, camisas, pantalones, overoles, chalecos, para empresas de construcción y de cualquier otro tipo, como restaurantera y hotelera.
El modelo de trabajo que han implementado es que cada una de las artesanas cobra y gana dependiendo del trabajo realizado; además, cada una lleva a cabo aportaciones para la compra de los insumos y materiales necesarios para cumplir con la demanda de sus clientes.
“De esa manera logramos avanzar. Porque al principio trabajamos y cobramos, pero si necesitábamos una tela azul marino, ¿de dónde la íbamos a sacar?; por eso fuimos invirtiendo de lo que nos tocaba para ir comprando más tela. Así hemos venido trabajando”, explica Serene Vásquez López.
Durante los primeros años, las prendas elaboradas para empresas o industrias las trasladaban a la ciudad de Oaxaca para ahí bordar con máquina el logo de los proveedores que adquirían las piezas.
En 2015 obtuvieron el crédito para pagar a cinco años la máquina bordadora y apenas hace dos terminaron de hacerlo. Ahora, su intención es conseguir los recursos o invertir para una segunda máquina de este tipo, que les permita tener una mayor producción, así como eficiencia en sus procesos de elaboración de prendas.
“No termina siempre uno ganando, porque hay que invertir”, afirma Vázquez López.