— Me hice periodista por la guerra, confiesa.
Es temprano en la ciudad de Oaxaca. Bebe café y come chapulines con guacamole. Una noche anterior estuvo en San Agustin Etla asombrado por la historia de un edificio antiguo que le dijeron levanto con sus manos el mítico Francisco Toledo. Roberto Herrscher antes que un misionero, es un buscador de los mitos del corazón humano, pero antes que un predicador solitario es alguien que guarda objetos en la memoria.
Aprendió que el periodismo es una manera de entender el mundo, en la que no debería haber espacio para las malas personas, porque eso hace miserable al “mejor oficio del mundo”.
Cree que el periodismo mexicano padece un mal que azota también a Chile, el país donde vive desde hace varios años, y donde es profesor universitario: el mal del periodismo que cree que, lo moderno el oficio, se trata de un instante para generar el rating que ya no se le exige a las televisiones.
“El periodismo de datos es necesario, pero estoy en contra de esos que minimizan la belleza de un texto, que creen que no es necesario, porque enseñan solamente el periodismo de datos como si sólo lo suyo es lo más importante, pero el periodismo de datos puede aprenderse, el talento es algo que viene contigo desde el nacimiento”, definitivamente predica.
“Sin datos mi crónica es imaginación, pero sin la belleza puede ser un texto sobre pobreza escrita por ricos para que nadie entienda que es vivir al límite, el periodista tiene que hablar sobre la humillación y es algo que no te dan los datos, escribir sobre el narco o el feminicidio son cosas que no se entienden con números, es necesario humanizar para entender”. Sus palabras parece que quieren romper el paradigma con el que se hizo la vieja escuela mexicana de la prensa.
“El dato relevante requiere conocimiento, repetir los datos que te da el poder es fácil, llenar los diarios de ruedas de prensa es fácil, poner como importante lo que dice el ministro o el empresario es el gran engaño, por eso la sociedad ha juzgado nuestra profesión como un oficio de serviles, la gente sabe que por décadas el mal periodismo no ha querido hacerle al poder las preguntas que no quiere que se le hagan”.

“Debemos a aspirar a que la sociedad deje de vernos como viles e intrascendentes. Mi miedo mayor es que tengan razón, porque nos hemos dedicados a contar estupideces y a dar noticias en lugar de descubrir al poder”. Robert Herrscher habla con la voz de quien nunca ha dejado de ser un combatiente, es la misma de alguien que nació en la dictadura en un país controlado por militares, en una democracia vigilada, un país que él considera a través de golpes de Estado quiso cambiarlo todo y acabó desapareciendo familias.
“Si uno se deja de llevar por los likes va encontrar que la mayoría de esos periodistas son vendidos o ignorantes, en el mar de internet eso es lo que abunda, pero también si uno busca bien siempre puede encontrar al que verdaderamente sabe, esa es la dualidad, por eso el periodismo de ahora exige la especialización y la calidad”, afirma.
“La prensa tiene mala prensa y siempre los distintos poderes han atacado al periodismo y a veces con razones, no sé si con razón, pero la función del periodista es tan grande al mismo tiempo que imposible, que es tan fácil de atacarlo poniendo énfasis en los malos periodistas, que esta llenó”, para él el fenómeno de los periodistas que se unieron al poder en tiempos de narcotráfico o corrupción en México se parece a lo que pasó en Argentina y se descubrió en los juicios sumarios a los militares.
Cuenta que los médicos ayudaban a los torturadores reviviendo a las personas para seguir torturándolas, retrasándoles la muerte a cambio de dinero. Para él este es el mejor símil del periodista vendido que se niega a contar la guerra, el periodista que se niega a contar la verdad, y sólo dice lo que le pagan los corruptos para mentir y creen que su papel es el de la cercanía con el poder.
“Para entender la violencia de México o de América el periodista no puede permitirse la superficialidad, no existe el periodismo duro o el periodismo blando, existe el buen o mal periodismo, existe el periodismo con una marcada tendencia de sumisión al poder y el periodismo al que le importa la vida humana, el que se niega a creer que ellos ganan, llámense empresarios, políticos, gobiernos, el que se niega a rendirse frente al miedo y la autocensura”.

A lo largo de 2023, siete periodistas fueron asesinados en el país, tres de ellos en Guerrero, donde también se reportaron casos de privación ilegal de la liber tad y ataques con arma de fuego contra reporteros que realizaban su trabajo.