Con los años, Lucrecia entendió que las prácticas tradicionales para la interrupción del embarazo han existido siempre en las comunidades indígenas, donde no hay televisión, internet, señal de telefonía o televisión. Son las mujeres, sostiene convencida, quienes acompañan a otras, desde sus saberes.
“Yo vi a varias mujeres venir a la casa, a ver a mi abuela para que ella les diera un té de hierba santa, de canela, de ruda”, relata la joven, quien decidió seguir el camino de sus ancestros.
Lo anterior es relevante si se considera que pese a que el 25 de septiembre de 2019 fue una fecha histórica para la garantía del derecho a decidir en Oaxaca, pues se despenalizó el aborto hasta la semana 12, a cuatro años de distancia el derecho a decidir no se garantiza en todo el territorio estatal.
Si bien Oaxaca dio un pasó histórico al convertirse en a segunda entidad del país en legislar sobre el derechos de las mujeres a decidir, 12 años después de la Ciudad de México, en poblaciones originarias el acompañamiento para abortar es la única forma en la que las mujeres pueden enfrentar un embarazo no deseado.
Es con ello en mente que a través de la campaña “Te acompaño a decidir” y con la convocatoria para que las mujeres se sumen a la Segunda Escuela de Acompañantas, la Asociación Civil “Mano Vuelta”, promueve que mediante la sororidad se garantice el Derecho a Decidir en las comunidades indígenas del estado; además, busca formar a mujeres que acompañan a otras en la interrupción del embarazo, con métodos seguros.
“Sabemos que es un proceso que ha sido constantemente criminalizado, señalado y que, muchas veces se vive en soledad y desde la culpa o desde la discriminación”, apuntan las activistas.
La primera generación de la escuela se formó durante más de ocho meses, tras la que egresaron 35 acompañantas de siete de las ocho regiones de Oaxaca, mujeres indígenas y afromexicanas de la Costa, Istmo, Sierra Norte, Sierra Sur, Valles Centrales y Mixteca.
Aunque otras organizaciones coadyuvan a la preparación de las acompañantas, Mano Vuelta es la primera que plantea una formación integral que involucra a las diversas perspectivas de acompañamiento que se aplican a los diferentes contextos regionales, así como la primera en generar información en lenguas originarias como chatino, mixteco y zapoteco, así como guías de acompañamiento.
“Vivimos en el mismo estado pero no vivimos el racismo, la discriminación y la desigualdad de la misma manera”, precisan. Por ello, han recibido solicitudes de mujeres de otros estados como Quintana Roo o Chiapas, con la intención de formarse como acompañantas; no obstante, por el momento, los esfuerzos están orientados a Oaxaca.
Además, los datos del sector Salud indican que desde septiembre de 2019, cuando se despenalizó el aborto, a la fecha, se han realizado mil 178 interrupciones legales del embarazo en unidades médicas públicas. Dichas cifras contrastan significativamente con los 2 mil 300 a 9 mil 200 abortos que se organizaciones estiman que se realizan de manera clandestina anualmente en el estado. Muchos de estos casos derivan en complicaciones de salud que llegan de emergencia a los hospitales.
Para las integrantes de Mano Vuelta estos datos demuestran la realidad: el sector Salud deja desprotegidos a decenas de territorios y municipios. “No existe una cobertura real, no es una realidad acceder a este derecho, además de que los hospitales no cuentan con los insumos y la estructura necesaria”, lamentan.
Las integrantes de la asociación señala que las mujeres oaxaqueñas no son una prioridad para las políticas públicas del gobierno estatal, pues no se garantizan los derechos, entre éstos, el acceso a la salud, tampoco se implementan medidas para la disminución de violencia contra las mujeres.
Los datos, agregan, son evidencias para que se garantice en el estado el acceso a la justicia y a la interrupción de un embarazo no deseado, como un servicio normal de salud pública.
“Las políticas públicas están centradas en el cierre del sexenio y dejan desprotegidas a las mujeres oaxaqueñas, entre éstas las mujeres indígenas y afromexicanas, que enfrentan brechas de desigualdad, que se han agudizado históricamente en territorios empobrecidos y saqueados”, lamentan las activistas.
El panorama, afirman, convierte en una prioridad que existan mujeres, en su mayoría jóvenes, quienes acompañen a otras a decidir, pues en las comunidades originarias, de acuerdo con datos de la propia organización, en 2020 nueve de cada 10 mujeres desconocían que el aborto es legal.