Es todo un ecosistema subterráneo milenario, hogar de cientos de especies animales y que alimenta los acuíferos de la región, el que está en peligro. Además, la obra del tren, cuya inauguración está proyectada para diciembre de 2023, está en una zona de riesgo ante posible colapso por la fragilidad del suelo.
“Esto representa un gran riesgo porque el tren va a pasar sobre Garra de Jaguar, por lo que tienen que poner un puente con grandes columnas, tanto dentro como fuera de la cueva, para soportar la vibración y el peso de un tren de carga y uno de pasajeros que pretenden cruzar esta parte de Garra de Jaguar.
Explica que el acceso a la caverna es resultado del desplome de un techo de delgado grosor y conduce a una galera de unos 80 metros de ancho, sostenida por pocas columnas naturales.
Para llegar a esta cueva hay que atravesar la selva, caminar entre árboles de especies endémicas, como el chacá, el chechén o la palma chit —esta última, protegida por la NOM 059—, y recorrer senderos que se abren paso sobre un suelo accidentado, repleto de hojas y roca caliza.
Ese ecosistema también es hogar de unas 114 especies de mamíferos terrestres, siendo el jaguar, especie en peligro de extinción, la más emblemática.
Dispersas entre la selva surgen las entradas a Garra de Jaguar.
La caverna abarca casi 47 húmedos kilómetros, a una profundidad de dos a tres metros en su parte más superficial, que se acentúa en sitios en donde es imposible ver sin lámparas.
Ahí, el paisaje subterráneo se colma de bóvedas que alcanzan más de cinco metros de altura en algunos tramos, con paredes que han sido talladas por el agua que, gracias a la porosidad del suelo kárstico, penetra el subsuelo hasta deslavar la roca, como parte de un lento y antiguo proceso estudiado y documentado por la comunidad científica y especialistas en hidrogeología.
El fundador del Círculo Espeleológico del Mayab, Roberto Rojo, explica que en esa falla se acumula el agua de lluvia, la cual escurre hacia el subsuelo y corre de la tierra hacia el mar, alimentando el acuífero subterráneo a través de las raíces de los árboles.
Los techos de Garra de Jaguar están repletos de afiladas formaciones calcáreas llamadas estalactitas. Para recorrer la caverna se transita por caminos intrincados, resbaladizos y fangosos; en algunos tramos, rodeados de caprichosas y milenarias formaciones geológicas de puntas redondeadas que surgen del suelo al techo, llamadas estalagmitas.
Al juntarse ambas formaciones, reciben el nombre de espeleotemas, los cuales deben ser esquivados durante el trayecto, que a momentos se angosta y, en otros, se abre a plenitud.
A lo largo de casi cinco kilómetros de ida y vuelta, durante más de cinco horas de recorrido, Raúl Padilla va encontrando y mostrando detalles que escapan a la vista o al conocimiento de quienes no son especialistas.
En otro punto del trayecto, muestra restos óseos de mamíferos apilados en el suelo; menciona que en el lugar hay sitios de adoración maya y ubica lo que pudo ser un metate prehispánico. Incluso, señala sobre el piso las espinas de un puercoespín, el cual pudo haber sido atacado recientemente.
Consternado por las implicaciones ante la construcción del tren, Padilla comenta que el Tramo 5 Sur del megaproyecto atravesará sobre Garra de Jaguar.
La caverna forma parte de un sistema que podría alcanzar unas 300 cuevas subterráneas de Cancún a Tulum, de las cuales sólo 82 están mapeadas y registradas, precisó el biólogo Roberto Rojo.
Datos aportados por la doctora Patricia Beddows —especialista en sistemas kársticos e hidrología— refieren que apenas se conoce 10% de las cuevas existentes en la región.
“Hay zonas sin exploración, pero no hay zonas sin cuevas”, aseguró en Cancún el pasado 22 de marzo, al afirmar que los techos de muchas de esas cavernas se desplomarán debido a la alta fragilidad del suelo, que no soportará la maquinaria pesada, asociada a la construcción del Tramo 5 del Tren Maya, y la propia operación del ferrocarril.
Parado en Vencejos, la entrada más grande a Garra de Jaguar, Raúl Padilla calcula que los trabajos con motivo del Tramo 5 —que va de Cancún a Tulum— no tardarán más de 15 días en reflejarse en la zona, por el veloz ritmo que llevan, y tomando en cuenta la presencia de los ingenieros militares que arribaron el pasado fin de semana.
En su opinión, la obra es inviable no sólo en el Tramo 5, sino también en el 6 y el 7 —que irán de Tulum a Bacalar y Chetumal, en Quintana Roo, y continuarán hacia Calakmul, en Campeche.
Padilla afirma que el tren será una “trampa mortal” para el jaguar, porque se fragmentará el ecosistema que ese felino comparte con monos araña o aulladores, y otras especies de flora y fauna silvestre.
Alerta que con la construcción de estaciones y la creación de nuevos centros de población, aumentará la contaminación del manto freático, la deforestación de la selva, la urbanización y la problemática ya existente en esta zona, altamente presionada por el turismo y el desarrollo urbano mal planificado.