justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
“Si me siento a llorar, se me van las fuerzas de luchar por la justicia que mi hija me merece”, dice.
—No las hay. Es más, ni siquiera tienen propuestas. Es insultante que hablen del tema porque no conocen el dolor, no tienen idea de lo que es hablar con una madre a quien le han arrebatado a su hija. No tienen idea de lo que implica.
Los candidatos no han visto cómo una familia se rompe, porque ellos desaparecen el mismo día en el que les desaparecen a sus hijas; son asesinados junto con sus seres queridos, con sus mujeres.
—En una necesidad de hacer conciencia para la sociedad porque es un tema urgente.
—Busqué en medios las notas rojas, di seguimiento y documenté.
—El libro lo dejé en el recuento de 2016, pero ya se ha hecho un recuento de 2017 y ya estamos en 2018. En cualquier caso, lideran el Estado de México y Veracruz, se pelean el primer lugar; Guanajuato, ahorita está a la par, y Guerrero.
Esos son los más violentos, pero [el problema] está creciendo en todos lados, por ejemplo, en San Luis Potosí, Tamaulipas y Baja California, que este año presenta cifras terribles con un registro de 20 feminicidios. Campeche, Aguascalientes y Durango son los estados que se mantienen con los lugares más bajos y espero que de verdad sea así.
—Nunca voy a hablar con las autoridades. Para mí la voz que importa es la de las mujeres, la de las víctimas, y la de quienes han sido violentadas. Las autoridades no me interesan.
—No lucho contra el dolor. Cuando me entrevisto con las familias tengo que entrevistar al dolor, tengo que apapacharlo, dejarlo que grite que se enoje y que miente madres.
Después de hablar con este dolor, le digo: “Dame permiso, necesito conocerla a ella” y es cuando le pido a las familias: “Preséntame a tu hija, cuéntame, déjame que yo la conozca”. Y es cuando esto sucede que empiezan a hablar de ellas, cuando se acuerdan de cuando nació, de cosas lindas y la vuelven a tener.
—Son varias, pero la que más me ha marcado es la de “Calcetitas”.
Empecé a hablar para conseguir su foto, me acuerdo que en algún momento me comentaron: “Creo que ya está en la fosa”, luego otra fuente me dijo: “Creo que la echaron a la fosa”, y una más: “Creo que sí está en la fosa”; tres personas diferentes. Eso fue en septiembre. Hice una transmisión [en Facebook] en la que casi lloro y me llegaron tres imágenes de esta niña.
Con la negación de las autoridades, que tienen todo menos sensibilidad, dije: “No voy a parar, no puedo parar”. Daniel [su esposo] lloró mucho, se indignó demasiado y él fue quien empezó a ver las mordidas. Me dijo: “Mira, está mordida, tiene cicatrices por todos lados”. Finalmente, volteé a verlo y le dije: “No vamos a parar, así me tarde años”. A los nueve meses dimos con toda esta investigación. Creo que siempre en mi vida, mi historia y mi trabajo va a estar ligado a Calcetitas Rojas.
—Es que no tienen perfiles, puede ser cualquiera, desde el más “bueno” hasta el más “normal”. Algunos son predadores que están esperando el momento de atacar.
La diferencia entre los animales y ellos es que unos cazan para comer y los hombres, predadores, cazan para satisfacerse. Estamos tan expuestas que te puede asesinar desde la persona con la que duermes hasta la que te ve en el camión.
—Que manden siempre su ubicación, que le digan a su amiga, a su mamá o a alguien con quién van a estar o salir, porque si algo pasa, ahí puede empezar a buscar. Es necesario reconstruir la confianza con los padres; que si conocen a alguien en situación de violencia, le ayuden imprimiendo los números de emergencia para que por lo menos ellas sepan que alguien las puede ayudar.
Tenemos que aprender a cuidarnos entre nosotras. No es guerra de hombres contra mujeres, sino contra la impunidad, la corrupción y las autoridades sumisas que tenemos; es romper con los mitos de “hombres por allá y mujeres por acá”.