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—Sentimos un gran dolor como Iglesia católica, los obispos, los sacerdotes, hubo una conmoción grande por esta situación. Tuvimos que esperar para saber la verdad, no quedarnos sólo en la superficie, sino saber realmente qué había pasado. Nosotros resaltamos la figura sacerdotal del padre Iván y Germaín como hombres entregados a su trabajo pastoral en toda la comunidad parroquial que servían.
Asistimos a una violencia recurrente, a una falta de aprecio por la vida, una vulnerabilidad contra la dignidad de las personas, no podemos quedarnos callados sin hacer nada como católicos. Como cristianos tenemos que empeñarnos todavía más en la construcción de la paz.
—No se circunscribe únicamente al aspecto de sacerdotes, la impunidad está en un altísimo porcentaje en nuestro país. No debemos cerrar los ojos a la necesaria procuración de justicia desde la autoridad competente, es un problema nacional grave, fuerte, en el que la autoridad debe trabajar más para que se eleve la aplicación de justicia y que sea menos la impunidad que existe en el país.
—No basta simplemente con señalar, hay que llegar hasta la aplicación de la justicia, hay que llegar para que no quede impune. En primer lugar, la autoridad es responsable de este trabajo, pero también como gobierno, sociedad e Iglesia tenemos que participar para que en nuestro país se reduzca la violencia y podamos todos alcanzar condiciones de dignidad, de respeto al prójimo y de que vivamos en un ambiente de justicia y paz.
La Iglesia pide una investigación profunda, un esparcimiento exhaustivo de los hechos. Jamás tenemos miedo a la verdad, pero tampoco se vale simplemente hacer la investigación insuficiente, hablar de hechos no completamente investigados, pedimos el esclarecimiento, que no quede impune el crimen.
Pedimos, además del esclarecimiento, que no quede impune, que se haga justicia no sólo para el caso de los sacerdotes, sino de tantos hombres y mujeres que mueren en este país y quedan al amparo de la impunidad. Evidentemente la autoridad tiene la competencia de realizarlo, pero también como sociedad tenemos que formar parte de la solución, que se exija y se realice la justicia.
—Desde la Iglesia católica, por una parte, tenemos documentos como el ¡Basta Ya!, también tenemos diversos documentos de construcción de paz, talleres de escucha, de atención a víctimas, trabajos de búsqueda de desaparecidos, de acompañamiento, además de talleres de construcción de ciudadanía, múltiples trabajos que estamos aportando al país para que podamos alcanzar estos niveles de pacificación. No podemos remediarlo todo, pero tampoco podemos quedarnos con las manos cruzadas.
Cada quien debe aportar lo que pueda y un poco más. Nuestro país está en condiciones de altísima necesidad de trabajo de construcción de paz.
—Cada obispo en su diócesis ha estado reiteradamente llamando a los sacerdotes y a los agentes de pastoral para que ejerzan su ministerio con la mayor seguridad posible, con todas las medidas de precaución necesarias para no interrumpir su trabajo pastoral.
Sabemos que a veces policías se ausentan de territorios donde hay grupos criminales, pero la Iglesia no, tiene que estar ahí, vía sus sacerdotes, obispos, religiosas, evangelizando, anunciando la palabra de Dios, haciéndolo con valentía, pero con toda la precaución posible. La Iglesia trabaja buscando estos métodos, estas formas para hacer el trabajo de una manera mas segura, pero sin dejar de trabajar pastoralmente.
—Salir acompañados, tener cámaras de seguridad, alarmas, no salir en horas inconvenientes, no salir solos, evitar calles oscuras, son algunas de las medidas, sin interrumpir el trabajo.
—Hay una conciencia clara de que el problema de la corrupción, de la violencia, no lo va a resolver solamente el gobierno o la Iglesia, tenemos que actuar juntos, gobiernos, ciudades, Iglesia y toda la población. Hay que hacerlo con el mejor espíritu, para construir la paz, vencer los odios, los remordimientos, dejar de actuar con base en el odio, egoísmo, ser generosos y servir a los demás.