Pero en medio del estancamiento político, una ola de empresarios, recaudadores de fondos y especuladores de Estados Unidos han tomado el asunto en sus propias manos.
Estadounidenses como Arlene Mackay, de 80 años, una ganadera de Montana que donó 1.000 dólares en enero a lo que ella pensaba era una multimillonaria recaudación de fondos, llamada We Build the Wall, para construir un muro fronterizo. De hecho, su dinero fue a una empresa diferente con un nombre similar: Build the Wall. "Pensé que podría estar comprando un pedazo del muro", dijo Mackay, cuando se le informó que la donación no había alcanzado el objetivo previsto.
El dinero, dijo, podría haberse ido a comprar media vaca. "Solo voy a decir que será mejor que sea muy cautelosa de ahora en adelante". En total, según una investigación de Reuters, más de 330 mil estadounidenses han recurrido a sus propias billeteras para aportar a campañas para el nanciamiento de un muro fronterizo.
Con sus inversiones han llegado grandes promesas, pero pocos resultados concretos. El impacto más notable hasta el momento: media milla de cerco en el este de Nuevo México, construido por el mayor recaudador de fondos del muro fronterizo. Incluso ese proyecto ha sido objeto de preocupaciones regulatorias. Mientras, empresarios y comités de acción política fracasados han dejado atrás a algunos clientes y donantes decepcionados.