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“Entre médicos, enfermeras y afanadoras, eramos 42 trabajadores del hospital Covid-19, donde laboramos a lo largo de un año y dos meses, hasta que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) cerró las puertas del nosocomio a finales de mayo de este año, según por el descenso en los contagios”, recuerda el médico Áyax Ruiz Sánchez.
La serie de problemas que enfrentaron al quedarse sin empleo y sin ingresos, tras permanecer en la primera línea de la batalla contra el virus SARS-CoV-2, los llevó a protestar en el Zócalo de la Ciudad de México, en donde instalaron casas de campaña durante unos 25 días, en julio pasado.
Una mañana, un funcionario del área de Recursos Humanos del Insabi llegó al plantón y les pidió que regresaran a la capital oaxaqueña, donde ya estaban esperándoles funcionarios de los SSO para recontratarlos en unidades médicas de comunidades marginadas.
“Llegamos un lunes, nos recibieron toda la documentación que nos habían requerido y nos citaron para el lunes siguiente, pero un día antes, nos avisaron por teléfono que la contratación se había suspendido hasta nuevo aviso, un nuevo aviso que nunca llegó. Ingenuamente pensamos que nos iban a contratar”, cuenta Ruiz Sánchez.
“Me contrataron para volver a trabajar en el Hospital 25 del Insabi, para atender a pacientes Covid-19, bajo el mando de la Sedena”, dice el médico Áyax Ruiz Sánchez, quien añade que de los 42 miembros del personal d salud que laboraron ahí durante un año y dos meses, solamente él fue recontratado.
“A mí no me contrató el Insabi, me contrató la Sedena y el contrato que firmé termina en diciembre de este año. ¿Qué ocurrirá después? No lo sé, pero en mi mente resuena el compromiso que hizo el presidente López Obrador, cuando dijo que ningún médico que haya estado en la primera línea de combate contra el Covid-19, se quedaría sin trabajo”.