Durante tres días esperó que el sol secara sus vestidos y las camisas de su esposo, al mismo tiempo que vistieron las mismas prendas que llevaban puestas la noche de la inundación.
En 32 horas logró limpiar el lodo acumulado en el piso y las paredes de su casa, y en ese mismo lapso mantuvo la esperanza de recibir algún apoyo del gobierno, pero nada llegó.
En menos de ocho horas, el espejo de agua en el patio alcanzó hasta un metro y medio de altura, se coló a su cocina y destruyó los aparatos.
“El domingo por la mañana el agua estaba en el patio, en ese momento empezamos a preocuparnos, pero no nos movimos; por la tarde el agua entró a la cocina. Subimos todo en blocks, pero como a eso de las ocho de la noche ya teníamos el agua hasta el cuello y dejamos la casa, ya no podíamos salvar nada, nada más nuestras vidas. Nos refugiamos con familiares en el centro del pueblo, donde el agua no afectó tanto”, narra María Isabel a EL UNIVERSAL, mientras muestra los daños en su hogar.

Foto: Roselia Chaca
Detrás de la casa de María Isabel está la Supervisión Escolar número 59 de la zona, donde el agua alcanzó un metro de altura dentro de las oficinas, bodega y sala de juntas. Aquí nada se salvó: ni escritorios ni computadoras, mucho menos libros. Los responsables de la supervisión se presentaron tres días después.
“Perdimos dos computadoras, impresoras, escritorios, sillas y libros que se iban a distribuir en este nuevo ciclo escolar en 28 centros educativos; además, el baño quedó inservible. No pudimos sacar nada porque la situación se puso difícil, esperamos que el agua bajara hasta el tercer día y empezamos con la limpieza, pero todo se perdió”, comenta Omar Matus Andrés, supervisor escolar.

Foto: Roselia Chaca
La Ventosa es una de las agencias municipales de Juchitán que resultó afectada por las inundaciones causadas por la tormenta tropical 29. Más de 2 mil viviendas, prácticamente las que conforman el núcleo urbano, recibieron el agua tanto del río Lagartero desbordado, como de la lluvia que, sin salida, terminó en las casas.
Para disminuir el nivel del agua y salvar la vida, los habitantes se vieron en la necesidad de romper la carretera Transístmica, lo que cortó la movilidad hacia el estado de Chiapas.
Aunque suena impensable, es algo que ya había sucedido antes. Los pobladores recuerdan que hace 10 años rompieron por primera vez la misma vía de comunicación, con el fin de desfogar el agua de lluvia. La diferencia es que en esa ocasión al menos recibieron despensas y colchonetas.

Foto: Roselia Chaca
Gloria Cruz observa desde su casa la carretera rota. Es una de las personas más afectadas, así que considera prudente la acción drástica del corte en la vía. Con la experiencia del abandono institucional, ella no esperó el apoyo del gobierno para comenzar con la limpieza.
Cuenta que se enteró de la inundación cuando se encontraba lejos de su casa; a su regreso halló lodo por todos lados. Sus inquilinos sólo lograron rescatar su ropa. Durante tres días, durmieron en sillas.
“Perdimos ropa, camas y colchones, rescatamos poquito, porque llegamos al tercer día, cuando el agua bajó. Fue una desgracia lo que nos pasó, pero aquí estamos limpiando, yo y mis hijos rescatando lo que se pueda”, comenta sin dejar de mover la escoba en uno de los cuartos llenos de lodo.
Una semana después de las lluvias, a La Ventosa no llega la ayuda oficial; no obstante, el gobierno de Oaxaca argumenta que, de acuerdo con los nuevos lineamientos de operación, los primeros en responder deben ser los municipios, después el gobierno estatal y, en última instancia, la federación; y aunque reconocen que sí tienen un fondo, este se está ocupando para la reparación de caminos.