
Desde hace una semana, ella comenzó a enseñarles cómo elaborar bloques de adobe con tierra arcillosa, combinar el barro con zacate, excremento de caballo, aserrín y cascara de café, para lograr mejores resultados en resistencia.

El proceso para ella es fácil, comienza a trabajar desde las cinco y media de la madrugada, todos los días, concluyendo con la elaboración de al menos 50 bloques de adobe alrededor de las 10 de la mañana.
Durante las cuatro horas y media, ella, su hermano Jesús y su hijo Francisco, prueban con las variaciones y tamaños de los bloques hasta lograr el mejor resultado.

Naymar es una ladrillera que no tiene su propia tierra para trabajar, así que renta el espacio para elaborar y cocer sus ladrillos. Después del terremoto, como todos los ladrilleros de la zona, perdió su horno y su casa, se quedó sin trabajo y sin un techo donde resguardarse.
Ella fue una de las 200 ancianas beneficiarias de los evangélicos menonitas del norte, que donaron casas de lámina en Ixtaltepec, pero también es de las artesanas que se quedaron fuera de los apoyos del gobierno para reconstruir sus espacios de trabajo.

Brenda Martínez, arquitecta residente de REDES, explicó que se busca crear adobes con secado al sol y viento, resistentes a los temblores, por eso en esta primera etapa se enfocan a elaborar los bloques con zacate, excremento de caballo, aserrín y cascara de café, hasta conseguir la mejor combinación.

Roldan Figueroa, coordinador del proyecto “Yoó Béñe”, consideró que lo más importante del trabajo es el rescate del tequio, un ejercicio social que ya desapareció en el área de la construcción, aunque se mantiene en las fiestas patronales y celebraciones particulares.
