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“Se querían llevar mi medidor que yo compré y por eso, con el cable de luz, que también compré, le pegué al policía que me los quería quitar”, recordó aún con el coraje en el rostro.
Cansados de pagar tarifas de mil 200 pesos bimestrales, cuando antes pagaban 300 pesos, la población se negó a cubrir el costo del consumo de energía eléctrica desde 2008; las huelgas de pago se han generalizado en otras poblaciones del Istmo. Sólo en Juchitán, cerca de mil damnificados por el terremoto de 2017 se han negado a pagar las altas tarifas.
“No privé de su libertad a nadie, sólo fuimos a protestar frente a la CFE de Juchitán para exigir la libertad del compañero Filiberto Vicente, de Santa María Xadani, detenido un día antes por agentes federales tras oponerse al pago de las altas tarifas e impedir que personal de la CFE cortara la electricidad en los domicilios”, relata.
Filiberto Vicente Aquino, otro vecino, señala que al inicio de la resistencia eran pocos debido a que la gente tenía miedo, pero poco a poco se fueron organizando y cada vez que llegaba la CFE a cortar la luz, con la ayuda de la policía, se anunciaba en las bocinas y los vecinos salían a correrlos.
Actualmente, de una población aproximada de 12 mil habitantes, unos mil usuarios de la CFE están en huelga de pagos.
“Una vez en 2010, en huida, los trabajadores de la CFE atropellaron a un hombre. Dijeron que ayudarían con los gastos médicos, pero todo fue mentira”, platica.
Los señores Antonio Guerra López y Joel Aquino, en casa de Filiberto Vicente, comentan la gran contradicción que se vive en el Istmo. Tras inaugurarse el parque eólico más grande de América Latina, en Juchitán: “Si aquí producimos la electricidad ¿por qué nos cobran altas tarifas? Algo no está funcionando bien”, dice Antonio.
“Un tipo, conocido como Ventura Ordaz, me puso la pistola en la cara y me dijo ‘¡aquí te va cargar la chingada!’ Pues no, no me cargó. Eso fue en octubre de 2011, unos meses antes de ser detenida”, recuerda la activista.
Con su casa sin medidor, en huelga de pagos desde hace 11 años, Filiberto reitera: “Nosotros no nos negamos a pagar, pero que sean tarifas justas”, aseveró.