A sólo media hora de la ciudad de Oaxaca se encuentra Teotitlán del Valle, un pueblo que conserva intactas sus raíces zapotecas. Aquí, las tradiciones no son cosa del pasado: se tejen, se celebran y se respiran en cada calle.
Teotitlán es ampliamente reconocido por sus artesanías textiles, especialmente sus tapetes de lana elaborados en telares de pedal. Cada diseño, cada color, lleva consigo siglos de historia, pero este lugar ofrece mucho más que arte: es un destino donde la naturaleza, la espiritualidad y la cultura convergen.

El Picacho: Cerro sagrado, mirador natural y símbolo ancestral
Uno de los mayores atractivos de este pueblo es el imponente cerro conocido como el Picachoo Guie Betz, que en zapoteco significa “hermano de piedra”. Su cima se erige sobre el Valle de Tlacolula y es uno de los sitios más sagrados para la comunidad.
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Cada 3 de mayo, en la festividad de la Santa Cruz, los habitantes suben al cerro para rendir culto y pedir lluvias para sus campos. Esta tradición tiene raíces prehispánicas, cuando el ritual se ofrecía al dios Dzahui, deidad de la lluvia.
Se creía que los cerros guardaban cuevas con agua, maíz y otros elementos sagrados. Hoy en día, la costumbre sigue viva, mezclando la espiritualidad indígena con el simbolismo cristiano.

Una caminata entre naturaleza y misticismo
Subir al cerro del Picacho no es sólo un acto de fe, también es una de las mejores rutas de senderismo en los Valles Centrales. Son aproximadamente 4.5 kilómetros de recorrido total, con paisajes que van desde zonas rocosas hasta vegetación semidesértica.
En el camino, se pueden avistar aves como águilas, zopilotes y pequeños mamíferos.
Ya en la cima, el visitante encuentra tres cruces, una zona de descanso y una vista panorámica que corta la respiración. La caminata es de dificultad moderada y se recomienda hacerla por la mañana o al atardecer, cuando el clima es más amable.
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¿Qué significa Teotitlán?
Aunque muchas personas conocen el pueblo por su riqueza textil o por su montaña sagrada, pocos saben que su nombre tiene una carga simbólica poderosa.
Teotitlán proviene del náhuatl “Teocaltitlán”, que puede traducirse como “tierra de dioses” o “entre las casas de Dios”. En zapoteco, se le conoce como Xaguixe, que significa “al pie del monte”. Ambos nombres reflejan la conexión espiritual del pueblo con su entorno, especialmente con sus cerros.
Este no es un nombre puesto al azar. Aquí, cada piedra tiene historia, cada monte tiene voz, y el Picacho, sin duda, es su epicentro espiritual.

Entre telares, rituales y sabores
Además del Picacho, Teotitlán tiene mucho por explorar, por ejemplo, la iglesia de la Preciosa Sangre, construido en el siglo XVI sobre una antigua plataforma ceremonial zapoteca, conserva estelas prehispánicas y una obra del pintor Miguel Cabrera. Muy cerca se encuentra la Casa del Cristo Grande, un sitio de devoción local con siglos de historia.
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El Museo Balastegui Rural, también llamado “Casa de los Ancestros”, ofrece una mirada profunda a la cosmovisión zapoteca, desde su astrología hasta sus danzas y técnicas de tejido.
Se dice que en el mercado matutino, que se realiza todos los días, aún se practica el trueque como método de intercambio, una costumbre que habla de una economía basada en la confianza y la comunidad.

Una invitación a caminar con otros ojos
Teotitlán del Valle no es sólo un destino turístico: es un espacio donde el tiempo se mueve distinto. Subir al Picacho es mucho más que alcanzar una cima. Es entender por qué este lugar, la tierra de los dioses, sigue siendo el corazón espiritual de los Valles Centrales de Oaxaca.