Ubicada al poniente de la ciudad de Oaxaca, Santa María Atzompa es una comunidad reconocida nacional e internacionalmente por su milenaria tradición alfarera.
Este pueblo zapoteco, asentado en el Valle de Oaxaca, ha mantenido vivo el arte de moldear el barro durante más de 400 años, conservando técnicas ancestrales que se combinan con la creatividad e innovación de las nuevas generaciones.
La cerámica vidriada en tono verde es el emblema de Atzompa. Su característico brillo se obtiene mediante una mezcla de agua y greda, que al aplicarse sobre las piezas y cocerse por segunda vez, da como resultado un acabado reluciente y duradero. Este estilo, heredado del periodo virreinal, se ha transformado con el tiempo sin perder su esencia.

Un legado que viene del pasado
El oficio alfarero de Atzompa tiene raíces que se remontan a la época prehispánica. En la zona arqueológica localizada en el cerro “El Bonete”, a solo tres kilómetros del actual poblado, se han encontrado hornos, herramientas de cuarzo y utensilios cerámicos que evidencian la importancia de esta actividad desde hace más de dos milenios.
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Los estudios arqueológicos muestran que Atzompa formó parte del conjunto monumental de Monte Albán, una de las ciudades más importantes del mundo zapoteco. En este sitio destacan palacios, juegos de pelota y una gran cantidad de piezas de barro utilizadas tanto en la vida cotidiana como en ceremonias religiosas.
Donde el barro se convierte en arte
Caminar por las calles de Santa María Atzompa es encontrarse con talleres familiares en plena actividad. En ellos, los visitantes pueden observar el proceso completo de elaboración de la cerámica: desde el amasado del barro hasta la cocción final. Muchos talleres permiten participar en estas labores, lo que convierte la visita en una experiencia cultural y sensorial única.
Las piezas tradicionales —ollas, jarros, cazuelas y comales— conviven hoy con obras decorativas de gran detalle, como floreros, macetas, figuras de animales y representaciones religiosas. Una de las técnicas más apreciadas es el pastillaje, que consiste en aplicar diminutas figuras de barro, generalmente flores, sobre las piezas principales, creando texturas y relieves que embellecen cada creación.
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Aprender del barro: una herencia familiar
En Atzompa, el oficio se transmite de generación en generación, principalmente por línea materna. Desde pequeños, los niños aprenden jugando con el barro, absorbiendo el conocimiento de sus madres y abuelas. Esta forma de enseñanza combina destreza manual con valores de respeto por la tierra y sentido comunitario.
Para las artesanas, el barro no es solo un material: es un compañero que refleja la vida, la historia y las emociones del pueblo. Cada pieza, moldeada con paciencia, lleva impresa la huella de quien la crea.

Innovación y transformación sin perder la esencia
Durante las últimas décadas, la comunidad ha enfrentado importantes cambios. La sustitución del vidriado con plomo, impulsada por normas sanitarias, marcó un punto de inflexión. Muchos talleres se reinventaron, apostando por técnicas más seguras y por la creación de cerámica artística de alta temperatura.
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Este proceso trajo consigo un impulso femenino sin precedentes: las mujeres se convirtieron en líderes de la innovación técnica y cultural del pueblo, promoviendo ferias, talleres y proyectos sustentables. La filigrana en barro, una técnica creada en Atzompa hace más de tres décadas, es un ejemplo de esta evolución, que combina tradición, sostenibilidad y arte contemporáneo.

Un destino cultural imprescindible en Oaxaca
Visitar Santa María Atzompa es adentrarse en un universo donde el barro cuenta historias. Su zona arqueológica, con impresionantes juegos de pelota y vestigios zapotecos, complementa la experiencia al mostrar el profundo vínculo entre pasado y presente.
El turismo cultural encuentra aquí un espacio auténtico: talleres abiertos al público, recorridos guiados, piezas únicas y una comunidad orgullosa de su identidad. Quien visita este pueblo oaxaqueño no solo se lleva una pieza artesanal, sino una parte de su espíritu: la conexión entre la tierra, la tradición y el arte.
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