Jaime Zárate Escamilla, cronista de esa localidad chontal que se localiza a unas cinco horas y media al sur de la capital oaxaqueña, explicó a los medios de comunicación que esa festividad se remonta a poco más de 200 años y tiene el propósito de celebrar la paz entre chontales e ikoots y para pedir que no falten alimentos en el campo y en el mar.
Por la mañana del último día del mes de junio, envuelta en una enagua verde con huipil negro “La Niña Princesa”, quien según cuenta la historia se enamoró del Rey Chontal, es paseada por las calles y en cada casa los moradores bailan con ella y aportan una pequeña ayuda económica y luego, vestida de novia con su vestido blanco, ingresa al palacio, donde se celebra el matrimonio.
La población estalla en júbilo, un beso del Rey Chontal en la boca de “La Niña Princesa” parece ser la señal para el reparto del mezcal y el arranque del baile popular en la fiesta de San Pedro. La música y el baile se prolonga y al final, la lagarta regresa a su estanque, mientras los hombres que representaron a los ikoots regresan a sus casas a esperar el próximo año.