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Aunque la autoría del baile ha sido la actividad que mayor reconocimiento le ha dado, su otra vocación fue la docencia, misma que ejerció durante 40 años.

También por muchos años fue la organista titular de la parroquia de tuxtepecana, donde combinaba su trabajo de maestra con el de impartir clases de piano a niños y jóvenes. Sus padres originarios de Tuxtepec fueron Francisco Solís Rodríguez y Rosa Ocampo Soto, vivió por cerca de 50 años en el municipio sotaventino, en las calles céntricas de la calle Libertad entre Nicolás Bravo y Mutualismo.
Fue, también, fundadora y directora de la escuela primaria Apóstol de la Democracia en 1967, de la primera Telesecundaria en Tuxtepec en 1970 y del Centro de Educación Básica para Adultos en 1972.
Durante toda una vida estuvo dedicada a la enseñanza de las artes y poner su talento creativo en favor de muchas delegaciones representativas de Tuxtepec en La Guelaguetza. Reclamó también que se respetará varias veces la coreografía original y no se desvirtuarán los pasos y movimientos que ella creó para dar paso al uso mercantil de su creación.
Entre las distinciones que recibió en su municipio natal, están la medalla “Víctor Bravo Ahuja” al mérito artístico en 1999 y el nombramiento como hija predilecta de Tuxtepec, en el 2012. Además, recibió el Laurel de Oro al Mérito Ramón Valdiosera Berman otorgado por un grupo de asociaciones civiles oaxaqueñas en el 2018, así como el premio “Ray Tico internacional” que otorga la comunidad artística costarricense a destacadas personalidades.