De acuerdo con Jorge Gómez Guerrero, director de este instituto que forma parte de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), hasta el 20 de septiembre en la entidad existían 106 cadáveres de personas que continúan en calidad de desconocidas, la mayoría provenientes de la ciudad capital. De ese total, sólo seis corresponden a mujeres y un centenar a hombres.
Primero, señala Gómez Guerrero, dado que desde diciembre de 2019, cuando se sepultaron restos en municipios del Istmo de Tehuantepec como Juchitán y Salina Cruz, no se han podido realizar inhumaciones, los cuerpos se han acumulado durante todo el año 2020 y lo que va del 2021.
“A partir de 2020 muchos municipios cerraron sus panteones y no se pudo inhumar por la pandemia, por la situación de salud, cuando el instituto hacía uso de estos espacios para desfogar la acumulación”, explica el funcionario, quien agrega que en lo que va de 2021 tampoco se han podido hacer nuevas inhumaciones.
Lo anterior, detalla, porque al tratarse de cuerpos que están sujetos a una carpeta de investigación y a un proceso de búsqueda por sus familias, deben permanecer en resguardo de la fiscalía hasta que puedan enterrarse en condiciones específicas; por ejemplo, de forma individual y tras realizarse un paquete de pruebas de disciplinas como medicina, odontología, fotografía, lofoscopía, genética, planimetría y química.
Además, todos los sitios donde sean depositados los cuerpos deben ser geolocalizados, información que en conjunto forma parte del expediente de identificación forense que debe crearse de todos los cuerpos que se van acumulando.
“La búsqueda de personas es un proceso que no preescribe, por lo que no hay un tiempo determinado en el que se tengan que sepultar. Se trata de cuerpos sujetos a acciones de búsqueda de las familias, por lo que deben de permanecer en resguardo de la fiscalía”, explica.
La otra razón por la que la pandemia es responsable de la acumulación de cuerpos sin identificar se debe a que se incrementó en gran medida el número de personas en situación de calle quienes fallecieron en la vía pública y cuyos restos no fueron reclamados por nadie. Jorge Gómez incluso agrega que actualmente entre los 106 cuerpos que se tienen en resguardo no hay víctimas de crímenes violentos, sino que son resultados de atropellamientos, pero principalmente de muertes patológicas que se pueden atribuir oficialmente al virus.
“La mayoría son personas en situación de calle, son muertes patológicas, como neumonías atípicas, que incluso se puede establecer que hayan muerto por Covid, este tipo de cuerpos se incrementaron mucho”.
Dicho espacio tendrá capacidad para 266 cadáveres y se localizará dentro del cementerio municipal de San Juan Bautista Coixtlahuaca, gracias a la gestión de más de un año que permitió que la comunidad donara el predio a la fiscalía, que ahora tiene como tarea conseguir los recursos para su construcción.
“No hay una crisis forense como en otros estados, pero es una cuestión humana y de salud darles sepultura digna. Si ya pasaron toda la vida en abandono, que no se sigan maltratando los cuerpos en refrigeración o preservación química”.