Edwin Hernández, Alberto López y Fernando Miranda
Mayori Bueso Amaya, la madre de Yareth, tiene 15 años y es hondureña. Viaja en compañía de sus amigos con la intención de escapar de la pobreza y la violencia que desangra a su país.


Sin embargo, a los migrantes no les han contado que La Bestia puede exigirles la vida como pago.
En una semana, el viaje en tren se ha saldado con un salvadoreño de 25 años muerto de un paro cardiaco, un joven de 18 años electrocutado y otro más mutilado del brazo.
El grupo de Mayori no tuvo suerte. El tren debía salir de Ixtepec a las 14:00 horas del sábado, pero como el presidente Andres Manuel López Obrador recorrió el fin de semana municipios del Istmo oaxaqueño, se decidió que no sería adecuado que el mandatario se topara con La Bestia cargada de migrantes. Fue por ello que la salida se recorrió y hasta ayer seguía sin movimiento.
Pero el tren es impredecible. Por eso los centroamericanos decidieron no descansar en el albergue y aguardar el rugido de La Bestia a la orilla de las vías.
La espera puede prolongarse mucho más, puesto que el tren carguero recibió la orden de partir la tarde de ayer a Veracruz sin vagones, sólo las máquinas.
Justo para aliviar esta espera que lleva días fue que Mayori le armó una hamaca a su hija con una cobija colorida amarrada entre dos vagones y separada por una rama, para que duerma lo más posible y a su mes de vida aguante los miles de kilómetros que le quedan de travesía hacia su destino.