“No somos más el sexo débil”, sostiene Sotera, quien a pesar de haber llegado a la tercera edad, asegura que su espíritu joven la motivó para completar el curso.
Cuenta que había pasado su vida dedicada a las labores del hogar, por lo que la invitación al curso, dice, le generó mucha expectativa, quiso vencer los miedos, superarse a sí misma y ser el orgullo de sus cinco hijos.
“Estudiamos, tomamos el curso, practicamos y vencimos el miedo de hacer la mezcla, las simbras, de amarrar las varillas. Es un orgullo para mí”, insiste. Aunque la formación fue difícil, pues cortar las varillas no es sencillo, Sotera se siente motivada de poder practicar lo que aprendió en su hogar, para reparar las paredes cuarteadas que son el recuerdo de los sismos que pusieron en peligro su patrimonio. “Lo que hace falta es dinero”, lamenta.
Recuerda que desde que construyeron su vivienda, no tuvo dinero para los cimientos, los movimientos telúricos la dejaron enterrada, pero con el apoyo que recibirían a través del Programa Nacional de Reconstrucción, su casa podría mejorarse.
“Pensaba que tenía que buscar a un hombre que lo hiciera, pero ya no. Ahora, también voy a enseñar a quien no sepa”, menciona.
Nueva oportunidad. Sin la posibilidad de continuar sus estudios, a Abril sus excompañeras de la escuela le dijeron que el curso se abriría de forma gratuita. Sin experiencia en construcción, se lanzó a aprender lo básico sobre el tema.
“Ahora sé pegar tabiques, cortar una varilla. Fue un poco difícil, pero todo se aprende con dedicación”, dice la joven que ya ha participado en la construcción de una banca del parque municipal, ha hecho revolturas y colados.
Después de formarse por tres meses, Abril señala que la sorpresa de su familia y conocidos ha crecido, pues es raro que una mujer y, sobre todo, una mujer joven se interese en un trabajo como la construcción.
Al hablar sobre la posibilidad de ayudar a las familias afectadas del sismo, Abril se muestra feliz. Su casa, en San Jerónimo Silacayoapilla, fue una de las 5 mil dañadas en la Mixteca y se catalogó como pérdida total. Tuvo que mudarse con sus abuelos, por lo que sus nuevos conocimientos le dan la esperanza de recuperar su vivienda y su patrimonio.