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“No es enojo, es defender lo que es nuestro, nuestras raíces”, expresa el jaranero que aprendió los sones de su abuelo y su padre, y ahora de quien su abuelo y padre, y ahora su hijo aprende esta tradición.

Ahuja afirma que esta actividad data de épocas prehispánicas, que antes de 1944, cuando ocurrió la inundación, se mantenía vigente.
“¡Ahí vienen los jarochos!”, fue una expresión normal entre la población tuxtepecana, afirma el historiador; resalta la costumbre de los viajeros, quienes durante su trayecto tocaban el instrumento musical también nombrado jarana, que al inicio eran fabricados por conchas de tortuga.
De acuerdo con el historiador, la canción tradicional jarocha de “Colás y Nicolás” surgió en la Cuenca en la época en la que Benito Juárez fue gobernador.
“Vámonos para Oaxaca, vámonos y la verás, rodeada de montañas y en medio Nicolás, colás, colás…”, cita la primera estrofa. Mientras que en otro verso se cantaba: “Cuando pedías mi voto, me llamabas Nicolás, ahora que ya lo tienes, soy colás no más”. Según el libro, “La Sierra Juárez” de Rosendo Pérez Garcíade 1956.
Con música jarocha, la delegación de Tuxtepec se presentó un par de ocasiones en la Guelaguetza, pero en 1958 el gobernador Alfonso Pérez Gasga indicó que esa delegación no representaba a Oaxaca, por la música y la indumentaria, por lo que ordenó la creación del baile de “Flor de piña”.
“El gobierno no investigó, no se tomó la molestia de conocer sobre la Cuenca”, expresa con desagrado el historiador tuxtepecano.

Los jaraneros en los parques, eventos sociales, plazas públicas u oficiales no figuran en la población.
Hace 18 años, Ángel Pérez Escamirosa, junto con sus tres hermanos, retomaron la música jarocha, tal como lo hizo su abuelo.
La labor de difusión no fue sencilla, pues desde el primer día que se presentaron de manera voluntaria en el parque Miguel Hidalgo, en el centro de la ciudad, fueron cuestionados sobre por qué tocaban música veracruzana.
“En ese momento nos dimos cuenta lo que habíamos perdido como sociedad, que son nuestras tradiciones, y a su vez tuvimos la labor de explicar”, comenta el músico.
Con el tiempo tuvieron la oportunidad de ofrecer talleres de manera privada para enseñar a los jóvenes a tocar la jarana, después lo hicieron en la Casa de la Cultura Víctor Bravo Ahuja; de esa labor surgieron tres grupos más hasta el año de 2011.

En 2013, “Butaquitos” participó en la primera presentación de la delegación Loma Bonita en la Guelaguetza, donde presentó sones jarochos al tiempo que representó el tiempo de la cosecha de la piña.
“Fue un orgullo impulsar la música tradicional de la Cuenca una vez más desde ese escenario”, resalta Ángel Pérez, quien también reconoce que, una vez más, la difusión de esta música se estancó.
Es a través de esta tradición de salir a pedir “aguinaldo” —dulces o dinero— en época de las posadas con una pequeña rama adornada con farolitos y globos, donde algunas personas aún cantan décimas con sus jaranas, como salían hace por lo menos 50 años.