El sacristán vivió para contarlo. El terremoto lo agarró en la torre del campanario, justo cuando tocaba para la misa. Se encomendó a Dios, y se desmayó.

Es el primer viernes de Cuaresma, una de las tradiciones más esperadas y celebradas por Huazolotitlán. Su gente está lista para el festejo. De pronto, la algarabía se convierte en temor y destrucción.

Son las 17:39 horas del 16 de febrero, y en este municipio, distante a 420 kilómetros de la capital de Oaxaca, rodeado de cerros, nace el terremoto de magnitud 7.2, que devastará a la región de la Costa.

La misa y el jaripeo se suspenden, los 14 mil habitantes intentan refugiarse, asustados viven el crujir de la tierra y el sonido del sismo los atemoriza aún más; minutos después quedan incomunicados. Las familias que están en sus casas salen corriendo y quedan ilesas, pero a Eloy Gallegos, de 60 años, y uno de los sacristanes del templo católico, el temblor lo sorprende a seis metros de altura.

En esta tarde calurosa, él se encuentra tocando las campanas que llaman a la comunidad a la celebración religiosa, pero ante la intensidad del movimiento, se paraliza y se sostiene del barandal.  Se encomienda a su creador  que decidirá su destino.

Ya repuesto, en su lengua materna, el mixteco, el poblador afirma  no tener miedo, pero cuenta que perdió el conocimiento y no recuerda más, sus demás compañeros sacristanes lo ayudan a bajar, sin que presente ninguna herida física.

Abajo, los segundos del fenómeno natural le parecen minutos a la población que  se pregunta entre sí, ¿a qué hora va a parar? pero la emergencia que apenas comienza ya ha destruido dos mil 87 hogares.

En el municipio y sus nueve agencias, el servicio de electricidad se interrumpe, las autoridades locales no tienen forma de avisar y pedir ayuda al gobierno estatal. 

A la misma hora, en todas las regiones del estado y en la capital del país, el sismo sorprende a sus habitantes, los medios de comunicación empiezan a informar, la noticia llega a todo el mundo, pero  Huazolotitlán, donde fue el epicentro del terremoto queda ignorado e incomunicado por dos días.

Nadie informa de ese municipio  y el despliegue de los gobiernos federal y estatal se concentra en Santiago Jamiltepec y Pinotepa Nacional, los municipios con los que limita Huazolotitlán al oriente y poniente.

Después, la atención únicamente se concentrará en el accidente de un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana que matará a 13 personas en Santiago Jamiltepec, quienes huían de las réplicas del terremoto.

Cinco días después, empieza a llegar la ayuda a cuentagotas, después de casi una semana de olvido.

“Quizá porque no hubo muertos, no nos pusieron atención”, así lo piensa Arnulfo Hernández Sánchez, director de Protección Civil del municipio.

 

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