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En esta tarde calurosa, él se encuentra tocando las campanas que llaman a la comunidad a la celebración religiosa, pero ante la intensidad del movimiento, se paraliza y se sostiene del barandal. Se encomienda a su creador que decidirá su destino.
Ya repuesto, en su lengua materna, el mixteco, el poblador afirma no tener miedo, pero cuenta que perdió el conocimiento y no recuerda más, sus demás compañeros sacristanes lo ayudan a bajar, sin que presente ninguna herida física.

Abajo, los segundos del fenómeno natural le parecen minutos a la población que se pregunta entre sí, ¿a qué hora va a parar? pero la emergencia que apenas comienza ya ha destruido dos mil 87 hogares.
En el municipio y sus nueve agencias, el servicio de electricidad se interrumpe, las autoridades locales no tienen forma de avisar y pedir ayuda al gobierno estatal.
A la misma hora, en todas las regiones del estado y en la capital del país, el sismo sorprende a sus habitantes, los medios de comunicación empiezan a informar, la noticia llega a todo el mundo, pero Huazolotitlán, donde fue el epicentro del terremoto queda ignorado e incomunicado por dos días.
Nadie informa de ese municipio y el despliegue de los gobiernos federal y estatal se concentra en Santiago Jamiltepec y Pinotepa Nacional, los municipios con los que limita Huazolotitlán al oriente y poniente.
Después, la atención únicamente se concentrará en el accidente de un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana que matará a 13 personas en Santiago Jamiltepec, quienes huían de las réplicas del terremoto.

Cinco días después, empieza a llegar la ayuda a cuentagotas, después de casi una semana de olvido.
“Quizá porque no hubo muertos, no nos pusieron atención”, así lo piensa Arnulfo Hernández Sánchez, director de Protección Civil del municipio.