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Las principales causas de defunción son: enfermedad hipertensiva, edema y proteinuria en el embarazo, parto y puerperio (40.0 por ciento), hemorragia obstétrica (20.0%), y aborto (20.0%). Los estados que notifican mayor número de defunciones son: Guanajuato, Jalisco, Estado de México y Tamaulipas, con dos defunciones cada uno. Mientras que los grupos de riesgo se sitúan entre los 40 a 44 años.
Durante 1990, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se contabilizaban 88.7 defunciones por cada mil habitantes, más del doble de las 34.6 que hoy se documentan en el país.
Estas cifras dan señales positivas sobre las autoridades mexicanas de salud, sin embargo, existen sitios en México donde el número de fallecimientos relacionados con el embarazo y parto siguen teniendo cifras elevadas.
Aunque las muertes maternas siguen sucediendo en México, en relación al año pasado (2017), Oaxaca ha descendido tres sitios entre los estados con más muertes maternas.
Ese año, por cada mil habitantes, el que encabezó la lista de muertes por mortalidad materna en el país fue Chiapas, con 68.5 defunciones, seguido de Nayarit con 66.9, y en tercer lugar Guerrero, con 49.5. El grupo de los cinco estados más afectados lo completó Oaxaca con 48.6 y Campeche con 46.5.
Apunta que la razón de muerte materna en México sigue siendo mayor a la meta establecida en 1990 por los Objetivos de Desarrollo del Milenio de lograr una reducción del 75% para 2015.
Así, las deficiencias del sistema de salud continúan contribuyendo a que niñas y mujeres mueran por causas obstétricas. Como en el caso de Susana, estas muertes reflejan de manera particular las múltiples discriminaciones que enfrentan las niñas y adolescentes, las mujeres que viven en situaciones económicas precarias y las mujeres indígenas en México.