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Praxediz Rodríguez, como otras 30 chinantecas, se ciñe las cuerdas del telar a su cintura; con 500 hilos firmes y perfectamente alineados en unas tablas, la mujer comienza con el vaivén del delgado algodón para crear la tela del huipil.
Después de casi tres meses comienza la jornada para el fino bordado en el que se plasman diferentes simbologías, como el árbol de la mujer adulta, semejante a la que luce la prenda de “alta costura” que se oferta en 299 libras esterlinas, más de 7 mil 100 pesos mexicanos.
A diferencia de la tienda online donde se exhiben estas prendas, el tiempo en internet que tienen las artesanas es poco, sólo por fichas de saldo. Aún así, se esfuerzan por difundir sus prendas en Facebook y de esta forma, por una persona ajena a la comunidad, se enteraron sobre la imitación de sus diseños.
Pero el enojo sólo se queda entre las paredes de sus talleres, pues desconocen a qué institución acudir para exigir la protección de sus saberes tradicionales o conocer la ruta ideal para la venta de sus prendas y evitar “coyotes” o intermediarios.

Agrega que no existe ninguna ley o reglamento que los proteja de esas acciones, ni siquiera un registro del instituto sobre los diferentes casos que se han registrado.
Entre los casos difundidos se encuentra la blusa de Santa María Tlahuitoltepec Mixe, que fue presentada por la diseñadora francesa Isabel Marant, como parte de su colección Étoile Primavera-Verano, en junio de 2015. Luego, en julio de 2016, la marca argentina Rapsodia fue acusada de plagiar diseños e iconografías tradicionales de San Antonino Castillo Velasco.
Por ello, Caraveo Cortés expone que luego de un exhorto de parte del Congreso local para implementar medidas a favor de los artesanos oaxaqueños, el IOA comenzó con la elaboración de lineamientos que den origen a una ley.
El objetivo, dice, es registrar las artesanías para dar certeza a creadores de que son ellos los autores de técnicas o iconografías, a fin de que no dejen de exponer por temor al plagio; no obstante, aún desconocen cómo hacerlo realidad.
Al respecto, Juana Barona Burgos, encargada de la Unidad Regional de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas de Tuxtepec, dependiente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), expone que por ahora la mejor forma de proteger el patrimonio cultural es que las comunidades no dejen de difundir sus creaciones.
Ambas instancias confirmaron que a más de cinco días de la denuncia pública del caso no tenían comunicación con las artesanas de Valle Nacional, quienes están deseosas de que su trabajo se exponga al mundo, pero con el reconocimiento cultural y económico que merecen.