La llegada de este sistema de cámaras transformó la vida en esta reserva donde se protege flora y fauna. Luego de varias décadas cuando la cacería no podía contenerse, esta práctica se ha reducido con la vigilancia, aseguran personal de la Conanp y los pobladores que se dedican a monitorear desde hace 11 años este ecosistema.
“Ahí estamos, ha cambiado mucho, ahorita el que mate un venado será muy escondido, ya hay un poco más de respeto”, platica Ubaldo Olivera, uno de los 16 propietarios de los terrenos dedicados a la conservación donde se extiende la reserva y quienes se encargan de proteger la zona.
La disminución de la cacería permite que la población de las especies se mantenga, explica el director de la Conanp en Oaxaca, Pavel Palacios Chávez: “Lo que se ha visto en ocho años es que la población se ha mantenido y se está reproduciendo, no hay una disminución de poblaciones, al menos como el puma, el venado y los otros se siguen manteniendo”, detalla.

Destaca por un cañón con paredes de alrededor de 100 metros de altura, por donde atraviesa el río Salado y por los parajes La pedrera y El limoncillo, donde habitan más de 600 especies de flora y fauna.
Aunque la selva baja caducifolia — con vegetación sin follaje— no tiene la exuberancia de otros ecosistemas, su biodiversidad es tal que ahí se albergan 40% de las especies vegetales que existen a nivel mundial.
Entre esa variedad de plantas y árboles destacan algunas que forman parte de la vida comunitaria, como el palo santo, del cual la población cree que con éste se hizo la corona de espinas de Jesucristo.
También se encuentran el aceitillo, usado por la comunidad para curar las heridas, y la flor de Jerusalén. De estas especies, el palo santo se encuentra en peligro de extinción, de acuerdo con la Conanp.
En cuanto a la fauna, además de las cuatro especies de felinos, en la reserva tiene presencia el venado cola blanca, el zorrillo, el tejón, el mapache, el armadillo y varias especies de roedores.

Ubaldo Olivera, de 54 años, es uno de los 16 vigilantes dedicados a proteger El Boquerón de Tonalá. Ellos conforman el comité de vigilancia de Santa Catarina Tonalá, agencia del municipio de Santo Domingo Tonalá, el cual está integrado por ocho hombres y ocho mujeres, todos adultos mayores.
Para el comité, la conservación de esta reserva natural es la prioridad. Todos son adultos porque, dice Ubaldo, por la migración no hay ningún joven de la comunidad que participe en esta labor. Vigilan constantemente de día y de noche esta área para evitar la cacería, que aumenta en diciembre y en esta temporada, la Cuaresma.
Por las noches resguardan la zona desde la carretera y durante el día se encargan de poner agua en el cerro para los animales; adicional a ello, cada mes revisan las imágenes capturadas por las cámaras de fototrampeo para el registro del monitoreo.
“Nos gusta andar en el monte y todo, tener limpios todos los terrenos porque no podemos permitir que nos estén cortando los palos, cuidamos a los animales”, expresa.
La mayor parte de su trabajo es con recursos propios, debido a que en años anteriores el presupuesto asignado por la Conanp ha sido insuficiente, y este año, con el cambio de gobierno federal, los recursos se retrasaron más de tres meses. “Nos capacitaron para las cámaras, nos cooperamos para comprar pilas, el agua, al mes son como 800 pesos”, platica Ubaldo, el cuidador.
Aunque la cacería ha disminuido en comparación con 2008, año desde que el área se encuentra protegida, y sobre todo desde que se instaló el sistema de fototrampeo, ahora el comité de vigilancia se enfrenta a otras amenazas, como la pesca ilegal en el río Salado, la cual aumenta desde marzo, debido a las personas que ingresan al Boquerón para capturar peces y venderlos. Hasta ahora, los 16 integrantes no pueden hacer nada para evitarlo.

El Boquerón de Tonalá es una de las nueve zonas de conservación ubicadas en la Mixteca; una decretada por el gobierno y el resto de manera voluntaria. En total, suman 8 mil hectáreas destinadas a la protección, en las que se encuentran 70 cámaras para el monitoreo de especies.
Todas forman parte del proyecto de conservación que impulsa la Conanp en conjunto con las comunidades de la región.
Además de Tonalá, destacan el cerro de la Culebra, en San Marcos Arteaga; el cerro del Organal, en Yosocuta, Santa María Tindú y Santa María Natividad.
En total, en territorio oaxaqueño son más de 140 las áreas destinadas voluntariamente a la conservación, además de otras ocho decretadas por el gobierno federal. Esta cifra coloca a Oaxaca en el primer lugar nacional en esta iniciativa de proteger sus recursos naturales, destaca Pavel Palacios, director de la Conanp.
Pese a ello, el presupuesto es insuficiente y al retraso de los recursos federales Palacios suma que los gobiernos estatales y municipales no destinan nada a la conservación. “Sigue siendo un presupuesto que sólo está sosteniendo la Conanp, se necesita también inversión por parte del gobierno del estado, de las mismas autoridades locales que se sumen”, señala.
El monitoreo que hace la Conanp ha permitido que se confirme que en el estado hay equilibrio en el ecosistema de los sitios vigilados. Hasta el momento, el sistema de fototrampeo ha capturado 84 mil 111 imágenes de fauna silvestre en las zonas de conservación de la Mixteca, Sierra Norte y Valles Centrales.